20.6.08

¡Pare de reír…!

Marcelo Medrano*

Sorprendente.
Hace años, realizaron experimentos que podrían cambiar la conciencia de la humanidad. En la Universidad de California (UCLA), al mezclar células de niños índigos con “dosis letales de virus de Sida y con células cancerosas”, los expertos comprobaron que no hubo efecto alguno en las células de los infantes.
No solo eso, también se ha confirmado que esos niños índigo tienen activado cuatro códigos más en el ADN. Esta nueva generación infantil que llega para elevar la energía del planeta y poder pasar de la tercera a la cuarta dimensión, posee nuevos atributos psicológicos y parapsicológicos (alcanzan la telepatía y la sanación milagrosa), es reacia a las normas, tiene un sentimiento de realeza, energía en exceso y muchísima sensibilidad… Es la presencia del ‘Homo Sapiens Superior’.

¡Ya, ya, es suficiente! ¿Quién se cree todo esto?

Nancy Ann Tape es una ocultista que puede supuestamente mirar directamente el aura de las personas; ella estaba preocupada porque el color fucsia del aura había desaparecido. Para compensar su loable preocupación, para 1982, llegaron al escenario los niños índigo por ser ese el color de su aura. Sí, es en serio lo que le cuento. La señora continuó con sus serias investigaciones y encontró que los niños índigo sirven de puente entre la tercera y cuarta dimensión… son los “índigo interplanetarios”…
Un momento, no se burle, me dice, se le nota mala fe al escribir así: recuerde que fue Kryon quien orientó a la señora Tappe en su descubrimiento. Tiene razón. Kryon, amables lectores, es una “amorosa entidad” del “Servicio Magnético”, proveniente de “dentro del sol”, que llegó para iluminar el planeta, y que se ha comunicado telepáticamente con la señora Tappe y otros para dar cuenta del nacimiento de nuevas generaciones infantiles como la de los niños índigo. La presencia de ADN modificado sería la prueba material de todo esto… en el caso que existiera esa prueba pues no existen ni fechas ni metodologías de cómo supuestamente se la realizó, aunque se la exhiba sin pudor en todo centro índigo. ¡Hasta se afirma que Einstein era un índigo! … pobre Einstein.

Lo preocupante de este embrollo típico de la Nueva Era consiste en que, actualmente, existen ya centros y fundaciones especializados en el tema. Y en esos lugares se exhibe, con orgullo, todas las tonterías citadas anteriormente. Y hasta hay artículos en publicaciones serias, de periódicos o revistas, y segmentos en programas de televisión y radio, también serios, que se encargan irresponsablemente de difundirlas.

En el fondo, ideologías como las de los niños índigo no sirven más que para reforzar un nuevo y posmoderno racismo infantil, acrecentar fortunas de vivarachos disfrazados de psicólogos transpersonales y humanistas, y distraer de los verdaderos problemas de la educación y de la sociedad.

¿Dónde están los psicólogos y psicoanalistas serios que existen en el país? ¿Y las universidades y centros de investigación? Mientras aparezcan, no pare de reír con esas invenciones.

*Este artículo fue publicado originalmente en El Telégrafo de Guayaquil